Memoria del infierno en Buenos Aires
Néstor Kirchner inaugura junto al Río de la Plata el mayor monumento de Latinoamérica en recuerdo de las víctimas del terrorismo de Estado
ALEJANDRO REBOSSIO - Buenos Aires - 08/11/2007
Hay unos 30.000 ladrillos de piedra junto al Río de la Plata. Cada uno de ellos recuerda a los desaparecidos en la última dictadura de Argentina (1976-1983) y lo hace junto al mismo río al que fueron arrojadas decenas de ellos en los llamados vuelos de la muerte. El presidente argentino, Néstor Kirchner, inauguró ayer el Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, el mayor memorial de Latinoamérica.
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En el discurso de inauguración, Kirchner exigió que los jefes de la última dictadura, incluidos sus “ideólogos civiles”, sean juzgados. Para ello, subrayó que “la tarea de la justicia es muy importante”. El mandatario reivindicó la “verdad y la justicia” y vaticinó que “Cristina [Fernández, su esposa y presidenta electa de Argentina] va a profundizar a fondo” para que se haga justicia. Kirchner Asistió a la ceremonia en compañía de Fernández.
Uno de los pilares del Gobierno en funciones de Kirchner, que finaliza dentro de un mes, ha sido su lucha por la condena judicial de las violaciones de los derechos humanos. Por eso, el acto de ayer cobró un significado especial para él.
El monumento se ubica en el Parque de la Memoria, un espacio verde que comenzó a gestarse hace 10 años y que cuenta con 16 esculturas de artistas como el colombiano Germán Botero y el argentino Clorinda Testa.
El parque se encuentra sobre la Costanera Norte de Buenos Aires, una ciudad que vive en su mayor parte de espaldas al río más ancho del mundo. Justo allí, organizaciones de derechos humanos, el Gobierno y la Legislatura porteñas y la Universidad de Buenos Aires han levantado este monumento para no dar la espalda al pasado. Entre sus promotores originales figuran la ex legisladora Gabriela Alegre y el fotógrafo Marcelo Brodsky, que pensó y llevó adelante el proyecto y las bases del concurso para el proyecto escultórico definitivo.
Las cuatro paredes zigzagueantes del monumento están hechas de los 30.000 ladrillos de pórfido, una piedra dura y púrpura de origen volcánico que se trajo de la Patagonia, casualmente la tierra natal de Kirchner. Los nombres de las víctimas cuya desaparición fue denunciada oficialmente están escritos en 8.917 bloques. Sin embargo, las organizaciones de derechos humanos aseguran que el número de desaparecidos triplica esa cifra y por eso la Comisión Pro Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado se encarga de seguir recolectando nombres para continuar inmortalizándolos en las piedras. En esa comisión participan las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, la Asociación Civil Buena Memoria (de Alegre y Brodsky) y el Servicio de Paz y Justicia (del Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel), entre otras organizaciones de derechos humanos.
Los promotores del monumento explican que fue diseñado como “un corte, una herida abierta en una colina de césped”. Su trazado “recrea el esfuerzo necesario para la construcción de una sociedad más justa y la herida causada por la violencia ejercida por el Estado”. Las paredes parten de una plaza y terminan en la rambla ribereña. Precisamente, familiares y amigos de las víctimas suelen recordar a sus desaparecidos en el Río de la Plata arrojando flores a sus aguas.
A principios de año, meses antes de la inauguración del monumento, algunas placas con los nombres de las víctimas fueron destrozadas. Se desconoce la identidad de los vándalos. Como también se desconoce el paradero de Jorge Julio López, uno de los testigos de los juicios contra los criminales de la dictadura, que lleva más de un año desaparecido.
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