miércoles, diciembre 31, 2008

El español, la cuarta lengua más hablada del mundo

REPORTAJE

El español, un filón huérfano de prestigio

Es la cuarta lengua más hablada del mundo, idioma oficial en 18 países y el más estudiado tras el inglés - Vale mucho (15% del PIB nacional), pero le falta el pedigrí de la relevancia internacional

TEREIXA CONSTENLA 31/12/2008

 

 

Un adverbio no tiene precio. Ni errar con las tildes trastoca la economía. No se paga por hablar (con las sabidas excepciones) ni se cobra por escribir un correo electrónico. El adverbio, las tildes, el habla o la escritura forman parte de un conglomerado llamado idioma, que no está en la lista de la compra ni en las cuentas de resultados. Sin embargo, pesa en la economía. Como el turismo o la compra de viviendas. Con un inconveniente: es un recurso de difícil medición económica. Y una ventaja: vadea las crisis con resuello. En estos tiempos, disponer de un recurso que cotiza al alza sin ingenierías contables puede considerarse un tesoro. O un activo.

 

El español lo es. Lo hablan 441 millones de personas, es lengua única en 18 países (y cooficial en otros tres) y el segundo idioma más estudiado del mundo (sólo detrás del inglés). Hay negocios de enseñanza y potentes sectores (editorial, audiovisual, discográfico...) que lo usan como materia prima básica. Y más allá de lo obvio, hay otros ámbitos económicos influidos por las palabras en común: las exportaciones y la internacionalización de las empresas españolas en América Latina, el trasiego de inmigrantes latinos hacia España o las oportunidades profesionales que se abren en países como Estados Unidos.

Sobre todo ello planeó un gran desconocimiento. "No se ha sido muy consciente, pero conseguir datos fiables cuesta y es ahora cuando tenemos datos objetivos para saber que el español está ahí. Los ingleses hace mucho que lo descubrieron", reflexiona Carmen Caffarel, la directora del Instituto Cervantes, uno de los organismos que, desde su creación en 1991, ha buceado más en el estudio del español y su proyección internacional.

La preocupación por su peso económico es incluso más reciente, y tal vez un mecanismo de supervivencia. En tiempos en los que el conocimiento sin utilidad práctica está en retroceso, la lengua adquiere más proyección con los defensores de su rentabilidad que con los filólogos que la desmenuzan. El primer estudio que puso números a las letras se publicó en 2003. Dirigido por Ángel Martín Municio, concluyó que el valor del español equivalía al 15% del PIB, una cuenta que salía de considerar al idioma como un input que se incorporaba a todos los bienes y servicios finales producidos en España.

En la investigación más reciente, Valor económico del español: una empresa multinacional (2008), dirigida por los economistas José Luis García Delgado, Juan Carlos Jiménez y José Antonio Alonso, se aportan novedades en los datos -a la lengua se le atribuye el 16% de la ocupación laboral- y en el punto de vista: su valor económico es dinámico, no un mero porcentaje del PIB.

Analizarlo no es fácil. "Se trata de un activo inmaterial -intangible, por tanto-, dotado de importantes externalidades, incapaz de ser apropiado por los agentes económicos que acceden a su uso, que carece de costes de producción y que no se agota al ser consumido", enumera el catedrático de Economía Aplicada José Luis García Delgado en un artículo incluido en el libro El español de los negocios (2008). De ahí, su marco doctrinal: "La lengua es un bien público cuyo valor aumenta conforme crece el número de quienes la hablan y de su capacidad para servir de medio de comunicación internacional".

Es, pues, incuestionable la valía de un idioma hablado por 441 millones de personas. Y también su utilidad como medio internacional de comunicación, teniendo en cuenta que 18 países lo tienen como lengua oficial.

Si es un bien que se revaloriza conforme crece el club de personas que lo emplean, como sostiene el economista Juan Carlos Jiménez, las perspectivas futuras resultan de lo más halagüeñas. Basta detenerse en lo que está a punto de ocurrir en Brasil, el país que ha abrazado al español con más empeño institucional. En pocos años lo hablarán 11 millones de brasileños gracias a la decisión del Gobierno de incluirlo en todas las escuelas como lengua optativa, lo que como medida directa ha disparado la demanda de profesores de español en el gigante suramericano.

La segunda locomotora del español en el mundo es Estados Unidos, no por a es Estados Unidos, no por apoyo institucional como en el caso anterior, sino por el empuje demográfico de los emigrantes latinos. Es ya el segundo país con más hispanohablantes después de México. En la Enciclopedia del español en Estados Unidos se prevé que los 44 millones de hispanos que vivían en el país en 2006 se multiplicarán hasta 132 millones en el año 2050.

Otro indicador de interés es la evolución de la demanda de lenguas extranjeras en las universidades estadounidenses: mientras retroceden lenguas tan prestigiadas como el francés o el alemán (han perdido respectivamente 66.000 y 39.000 matrículas desde 1990 hasta 2006), el español se ha disparado (en ese periodo ha ganado 289.000 matrículas). "Conviene, sin embargo, no dejarse llevar, como sucede tantas veces en España, por una especie de entusiasmo estadístico", ataja el escritor Antonio Muñoz Molina, quien dirigió el Instituto Cervantes en Nueva York. Tanto en artículos como en intervenciones, Muñoz Molina enfría el júbilo numérico. Asegura que el español vive en Estados Unidos una situación paradójica, lo que explica que pese al boom poblacional se hayan cerrado las dos únicas librerías de español que había en Nueva York.

"Su peso demográfico no se corresponde ni de lejos con su importancia cultural, de modo que a la buena noticia sobre su pujanza y sobre la demanda de su aprendizaje debe contraponerse un cierto escepticismo sobre su futura relevancia social, cultural e incluso política", escribió el escritor en un artículo para el Instituto Cervantes. A realzar su prestigio no ayuda -se queja el escritor-la escasa calidad de TVE Internacional, nada que ver con la parrilla exterior de la BBC. Quienes se zafan de la autocomplacencia por la cantidad, citan varios agujeros negros del español. No es una lengua científica. Gerardo Delgado, presidente de la Federación Iberoamericana de Sociedades de Física, recuerda que lo fue el Siglo de Oro, coincidiendo con las innovaciones científicas desarrolladas en España. "Un elemento esencial en la importancia del inglés como lengua científica", expone, "es la inversión que hacen los países que utilizan este idioma en ciencia y tecnología".

Y hay más rotos que zurcir. Como Internet. "¿Cuál es el nivel de desarrollo del softwareen español? ¿Cuál es el volumen de publicaciones de libros, revistas científico-técnicas y prensa especializada? El verdadero desarrollo del español como lengua globalmente aceptada y extendida está por llegar", indica Francisco Pérez Navarro, presidente de la Federación Española de Escuelas de Español como Lengua Extranjera (Fedele).

Aunque el español ocupa el tercer lugar en Internet en cuanto a usuarios que demandan páginas en este idioma, por detrás del inglés y del chino, la cantidad, como ya se ha visto tantas veces, no lo es todo. No, al menos, para el director general de Políticas e Industrias Culturales del Ministerio de Cultura, Guillermo Corral. "Si el español quiere realzar su potencial tiene que conquistar Internet. Si no hay una oferta cultural de calidad en Internet, nunca conseguiremos que se dé el salto cualitativo, y aquí nos encontramos con el problema de la piratería", avisa. Corral cita el ejemplo de la industria editorial española: "Es la cuarta más grande del mundo con una proyección espectacular, pero tendría que migrar al entorno digital en tres años. Esa transición se desincentiva si no garantizamos que se va a producir un retorno de la inversión".

Los idiomas, afirma el economista José Luis García Delgado, poseen un valor filológico, cultural, político y económico. Pesan según los hablantes, pero también según los usos. El español ha superado la batalla de los números, pero tiene pendiente convertirse en una de las lenguas de referencia mundial en el campo de la diplomacia, la cultura, la ciencia y las nuevas tecnologías. El toque del pedigrí.

237.000 turistas idiomáticos en la patria de la eñe

El año 1492 no sólo acogió hazañas geográficas y convulsiones políticas. También fue el año en el que un catedrático andaluz, que trabajaba en la Universidad de Salamanca, creó las primeras normas del castellano. Una aventura tan colosal como que un europeo encontrase un continente. Antonio de Nebrija urdió la primera gramática del castellano. No sólo eso. También redactó una Gramática del español como lengua extranjera, que, en sus propias palabras, estaba pensada para "los pueblos bárbaros sometidos, los enemigos de nuestra fe que tienen ia necessidad de saber el lenguaje castellano y todos aquellos que tienen algún trato i conversación en españa i necessidad de nuestra lengua". Nebrija fue sin duda un erudito visionario, aunque su vanguardismo no encontró continuadores constantes. Desde el siglo XV, la enseñanza del español ha vivido entre claroscuros y altibajos.

Una inestabilidad que parece disiparse en las últimas décadas, conforme se aprecia su ancha veta económica. Incluso Turespaña ha olfateado su potencial y ha comenzado a mimar el turismo idiomático. Porque no se trata de calderilla. En 2007, España ingresó 462,5 millones de euros gracias a los extranjeros que vinieron a estudiar español. Cada uno se gasta de promedio 1.950 euros entre cursos, alojamiento, manutención y ocio. Salamanca, Sevilla, Cádiz, Málaga, Granada, Valencia, Alicante, Barcelona y Madrid despuntan: acogen el 72% de los 600 centros de enseñanza de español.

Alemanes (23%) y estadounidenses (13%) son los alumnos más frecuentes, seguidos de franceses, italianos y británicos. Cada vez llegan más: los 130.000 estudiantes de 2000 son 237.000 siete años después. Un camino de éxito en el que, como en todo, hay un pero. "En el poderoso mercado americano estamos perdiendo año tras año cuota de estudiantes que vienen a España a favor de otros destinos", advierte el presidente de la Federación Española de Escuelas de Español como Lengua Extranjera (Fedele), Francisco Pérez Navarro.

México, Costa Rica, Argentina y Chile son, según Turespaña, los principales competidores en la captación de turistas idiomáticos. Pérez Navarro considera urgente que la promoción en el extranjero se unifique entre todas las instituciones, que se reconozcan por las universidades estadounidenses los certificados de estudios del Instituto Cervantes o que se agilice la tramitación de visados de estudios. Con estos esfuerzos, prevé que se duplique la cifra de turistas idiomáticos.

 



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Hemingway de La Habana

El legado oculto habanero de Hemingway burla el embargo

Documentos inéditos del escritor conservados en el museo Finca Vigía, su residencia durante 20 años, acaban de ser digitalizado

MAURICIO VICENT - La Habana - 31/12/2008

 

En los peores momentos de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, incluso con las administraciones bravas de los republicanos Ronald Reagan y George Bush (padre e hijo), el escritor Ernest Hemingway siempre sirvió de puente entre ambas naciones. Ahora, a punto de asumir Barack Obama la presidencia de EE UU, de nuevo el autor deEl viejo y el mar vuelve a la actualidad y como siempre para unir: unos 3.000 documentos inéditos de Hemingway conservados en el museo Finca Vigia, su residencia habanera durante 20 años, acaban de ser digitalizados y puestos a disposición de los investigadores gracias al esfuerzo de instituciones de los dos países.

 

"Se trata de documentos prácticamente inéditos", afirma la directora del museo, Ada Rosa Alfonso. "Solo algunos se conocen a partir del libro 'Hemingway en Cuba' [del escritor Norberto Fuentes], pero la mayoría han estado conservados y cuidados en los archivos de Finca Vigía durante más de 45 años".

La primera selección de estos documentos digitalizados estará a disposición de los interesados a partir del 5 de enero, y un mes después de su presentación en la isla podrán ser consultados también en la colección Hemingway de la biblioteca Kennedy de Boston, en Estados Unidos.

Entre los 3.200 manuscritos preservados hasta ahora están el epílogo de la novela Por quien doblan las campanas y un guión de la película El viejo y el mar, rodada en la localidad habanera de Cojimar en los años cincuenta, con Spencer Tracy de protagonista. También, según Alfonso, hay textos que "en opinión de especialistas, corroboran la hipótesis del escritor sobre la presencia de submarinos alemanes que se abastecían de petróleo en la costa norte de Cuba durante la II Guerra Mundial", que Hemingway recreó en su libro Islas en el Golfo. Además, telegramas y documentos personales como licencias de conducción, pasaportes, facturas y pólizas de seguros, y abundante correspondencia.

Su etapa en Finca Vigía

En un momento posterior serán rescatados otros mil documentos, incluidas cartas, mapas y manuscritos de la etapa que Hemingway (1898-1961) pasó en Finca Vigía.

La casa, situada en el poblado habanero de San Francisco de Paula, fue adquirida en 1940 por la segunda esposa del escritor, Martha Gelhorn. Tras suicidarse en Estados Unidos, en julio de 1961, sus familiares donaron el inmueble al gobierno cubano con más de dos mil documentos pertenecientes a su correspondencia y a manuscritos de obras, aproximadamente 900 mapas, tres mil fotografías y nueve mil libros, revistas y folletos.

Todo ese legado está siendo restaurado y digitalizado por especialistas del museo, el Centro Nacional de Conservación y Restauración y el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural de Cuba. El trabajo de digitalización se ha realizado en colaboración con el Consejo de Investigación de las Ciencias Sociales de Estados Unidos, con el cual las autoridades cubanas firmaron un acuerdo de colaboración en 2002.

"Pensamos que este proyecto cultural realmente es un ejemplo de lo que pueden ser las relaciones entre intelectuales de Cuba y Estados Unidos", dijo Ruiz, presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio de Cuba. Según el sitio en Internet de esta institución, los documentos y el material digitalizado podrán ser consultados por especialistas, escritores y estudiosos en general "previa solicitud formal y avalados por una institución".

Hemingway y Cuba

La Finca Vigía fue probablemente la residencia más estable que tuvo Hemingway en su vida. El escritor llegó a Cuba por primera vez en 1932 a pescar el pez espada, y desde entonces viajó a la isla con asiduidad hasta que en 1940 se instaló en este refugio campestre, donde concibió y escribió partes importantes de sus obras más conocidas, como El Viejo y el Mar, A través del río y entre los árboles, Por quien doblan las campanas, París era una fiesta e Islas en el golfo.

La casa se conserva prácticamente igual a como él la dejó, y guarda más de 20.000 piezas y objetos, que incluyen cuadros de pintores españoles, miles de su máquina de escribir y las botellas de ginebra y de whisky a medio llenar que dejó en el salón, junto a su butaca, antes de su último viaje. Varado en el frondoso jardín de palmeras y flamboyanes, yace también el yate Pilar, con el que salía de pesca con su patrón canario Gregorio.

Por el lugar ha peregrinado cuanto político y congresista norteamericano viaja a Cuba, pues Hemingway se ha logrado mantener al margen del embargo. El Fondo Nacional para la Conservación Histórica de EE UU incluyó La Vigía en la lista de los lugares históricos estadounidenses que corrían riesgo de desaparecer. Por primera vez, dicha institución contempló una propiedad fuera de territorio norteamericano lo que, por las ayudas que podía implicar, levantó una gran polvareda entre los anticastristas más furibundos. Pero el archivo habanero de Hemingway (el 85% en soporte papel) al final se ha salvado de los rigores - climatológicos y políticos - del trópico.

 



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martes, diciembre 30, 2008

J. D. Salinger: más de cuatro décadas de silencio literario

J. D. Salinger llega a los 90 con más de cuatro décadas de silencio literario

El autor de 'El guardián entre el centeno', alérgico a la fama, no publica obras literarias desde 1965

EFE - Nueva York - 30/12/2008

 

 

Jerome D. Salinger, uno de los escritores más influyentes de Estados Unidos, cumple 90 años este jueves sumido en la reclusión que eligió desde el comienzo de su carrera, y sin publicar un trabajo desde hace cuatro décadas. "Me gusta escribir. Amo escribir", dijo Salinger en 1974 en una de sus raras entrevistas con The New York Times. "Pero escribo sólo para mí mismo, y para mi placer".

Este desdén por la publicidad y la empecinada defensa de su vida privada, tan alejada del culto a la exhibición y la fama de la cultura actual, han rodeado a Salinger de un "misterio" que los medios han retratado en artículos ocasionales. Salinger tenía ya 32 años cuando debutó en 1951 con The Catcher in the Rye (El guardián entre el centeno), una historia de un adolescente rebelde y sus experiencias quijotescas en Nueva York, que encumbró al escritor a lo más alto de la escena literaria

Su descripción de la alienación del protagonista, Holden Caufield, y la pérdida de inocencia de los adolescentes y su paso a la vida adulta, ha probado su perdurabilidad: aún ahora se venden cada año unos 250.000 ejemplares. La primera edición de la novela, que fue controvertida por la libertad con la que describía la sexualidad y la rebeldía adolesente, puede encontrarse en eBay a precios que superan los 1.300 dólares.

Salinger no ha publicado otro trabajo literario con su firma desde la novela Hapworth 16, 1924, que apareció en The New Yorker en junio de 1965. Y no ha concedido entrevistas desde 1980. El autor, hijo de un judío próspero importador de quesos kosher y de una escocesa-irlandesa convertida al judaísmo, creció en un apartamento de Park Avenue, en Manhattan, estudió durante tres años en la Academia Militar de Valley Forge y en 1939, poco antes de que lo enviara el Ejército a la guerra, tomó una clase sobre cuentos cortos en la Universidad de Columbia.

Divorcios y reclusión

Como soldado de infantería, Salinger participó en el desembarco aliado en Normandía, en 1944, y durante sus primeros meses en Europa se las arregló para escribir cuentos. De sus mayores, Salinger consideraba a Ernest Hemingway, a quien conoció en París, y a John Steinbeck como escritores de segunda categoría, pero expresó su admiración por Herman Melville. En 1945, Salinger se casó con una médico francesa de nombre Sylvia, de la cual se divorció. En 1955 se casó con Claire Douglas, unión que concluyó también en divorcio en 1967, cuando se acentuó la reclusión del escritor en su mundo privado y su interés en el budismo zen.

Las primeras historias cortas de Salinger se publicaron en revistas como Story,Saturday Evening Post, Esquire y The New Yorker en la década de 1940, y la primera novela The Catcher in the Rye se convirtió de inmediato en la selección del Club del Libro del Mes y le atrajo enorme elogio internacional. La fama envió a Salinger a la evasión de la atención pública, su reticencia a las entrevistas y su rechazo del escrutinio de su vida privada que se han mantenido hasta ahora.

Disputas sobre la biografía

En 1953 publicó una colección de cuentos cortos Nine Stories; en 1961 otra novelaFranny and Zooey, y en 1963 una colección de novelas cortas Raise High the Roof Bean, Carpenters and Seymour: An introduction. Durante la década de 1980, el escritor estuvo envuelto en una prolongada batalla legal con el escritor Ian Hamilton quien, para la publicación de una biografía, usó abundante material epistolar de Salinger.

Una década después, la atención mediática que tanto rehuía volvió a posarse en el autor, debido a la publicación de dos libros de memorias escritos por dos personas allegadas a él: su ex amante Joyce Maynard y su hija Margaret Salinger.

 



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jueves, diciembre 25, 2008

Descuben en Mozambique un bosque

Descubierto en Mozambique un bosque que atesora nuevas especies

El territorio fue hallado por un científico británico cuando buscaba zonas boscosas en Google Earth

EFE - Londres - 24/12/2008

 


Una expedición dirigida por un científico británico ha descubierto un bosque perdido en la cima de un monte en Mozambique, un territorio que alberga en su interior nuevas especies animales y vegetales. El hallazgo de este bosque, conocido por los nativos del lugar pero que no se encuentra en los mapas, demuestra que "aún quedan cosas por descubrir y documentar en el mundo", ha declarado el botánico Jonathan Timberlake, líder de la expedición al Monte Mabu mozambiqueño.

El pasado octubre, un equipo internacional de expertos se desplazó al Mabu para explorarlo, por primera vez, desde el punto de vista ecológico. Los científicos se enteraron de la existencia de esa zona boscosa a través de un miembro del equipo, el zoólogo británico Julian Bayliss, quien la localizó por Internet. En 2005, Bayliss, que tiene su base en Mozambique, buscaba en Google Earth bosques a cierta altura para integrar en proyectos de conservación cuando se topó, vía satélite, con una masa de vegetación no identificada. Tras varios viajes de reconocimiento, Bayliss preparó el terreno para que 28 exploradores de seis países africanos y europeos, con Timberlake a la cabeza, se desplazaran al territorio para examinarlo.

"Se trata de un bosque de media altitud de unos 60 kilómetros cuadrados, situado entre los 1.000 y los 1.600 metros de altura de la montaña (que tiene unos 1.700 metros)", ha explicado el jefe de la expedición. "Hay árboles altos de hoja perenne, muchas lianas, monos, pájaros volando alto, pequeños antílopes, camaleones pigmeos...", ha contado el experto, fascinado por su descubrimiento.

El equipo halló en ese bosque al menos tres nuevas especies de mariposa, una de ellas una cymothoe marrón y amarilla; una especie inédita de víbora, de la familia de lasatheris, y una orquídea polystachya songaniensis que se pensaba que sólo existía en Malawi. Los botánicos trajeron 500 muestras de plantas que tardarán varios meses en clasificar y de las que, según ha dicho Timberlake, "es posible que salgan dos o tres especies nuevas".

El bosque del Monte Mabu debe su inadvertida existencia en parte a los efectos del conflicto en la antigua colonia portuguesa. Una guerra civil de 1975 a 1992 destrozó los accesos y aisló esa zona del norte de Mozambique, al tiempo que provocó la marcha de sus pobladores, excepto algunos que optaron por refugiarse en el bosque. Actualmente, los antiguos habitantes están repoblando la zona y "existe el peligro de que la presión para generar campos de cultivo acabe con la biodiversidad", advierte Timberlake.

Para evitar la destrucción del entorno, el equipo liderado por Timberlake, que trabaja en colaboración con el Instituto de Investigación Agrónoma de Mozambique, Birdlife International y la fundación de conservación de la montaña Mulanji de Malawi, planea publicitar su descubrimiento e involucrar a las autoridades mozambiqueñas. El botánico británico cree que la solución más viable no es convertir el bosque en un parque natural, sino protegerlo mientras permanece integrado en su entorno. Para Timberlake, uno de los aspectos más importantes del hallazgo, además de confirmar la existencia de un mundo por explorar, es que pone de manifiesto "la importancia de la botánica en los proyectos de conservación", a menudo marginada en favor del estudio de, por ejemplo, los grandes mamíferos.





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martes, diciembre 09, 2008

Reflejos raciales en España

TRIBUNA: JORDI SOLER

El efecto colateral de Obama


De lunes a viernes, a las ocho en punto, hora de la isla, el canal 4 de la televisión inglesa emite el noticiario de Jon Snow. Este singular comunicador, que llega montado en su bicicleta a ruedas de prensa y conferencias, sostiene desde hace años un proyecto noticioso que oscila entre el rigor y la campechanía. Por su estudio pasa medio mundo, sus entrevistas a los personajes del momento son un artefacto mediático que combina el desparpajo con la rudeza; nunca deja que un invitado, por importante que sea, se sobrepase ni del tiempo que ha calculado para la entrevista, ni del tema específico que está tratando. Esta rigurosa dirección del informativo contrasta con una explosiva vestimenta, que queda generosamente expuesta gracias a la combinación del escritorio bajo y traslúcido, en que comparece cada noche, y los vertiginosos encuadres de sus operadores de cámara: la corrección británica de su traje oscuro se estrella contra el escandaloso arco iris que lleva en la corbata y en los calcetines.


Jon Snow, que es un hombre blanco como su apellido, comparte diariamente el plató con Krishnan Guru-Murthy, un joven de ascendencia india, que cuando a Snow le da por irse de enviado especial, o a una rueda de prensa en bicicleta, se queda como anchor man, y con una chica negra que se ocupa de las noticias, digamos, contingentes.

La edición nocturna de Channel 4 News es un fiel reflejo de lo que sucede en un país como Inglaterra que, cuando menos mediáticamente, da juego a las etnias que componen su complejo tejido social. La pluralidad racial que puede verse en la calle en Londres se refleja en los noticiarios que suelen ser la zona más conservadora de las cadenas de televisión.

Lo mismo que pasa en el plató de Jon Snow, sucede en el de la BBC, que en una de sus emisiones tiene un presentador negro, y también en ITV y en Sky; se trata de un asunto de equilibrio elemental entre la realidad y el medio que la refleja que, sin embargo, no sucede en todos los países.

Hace unos meses el semanario inglés The Economist, que se ha vuelto últimamente muy famoso en España, publicó un interesante artículo sobre los juguetes europeos, con énfasis en dos marcas muy potentes: Lego, de Dinamarca, y Playmobil, de Alemania. El punto de vista de aquel artículo era el de un analista situado en Inglaterra, una isla que no suele considerarse parte de Europa; desde su cómodo extrarradio el analista hacía notar que, a diferencia de los juguetes ingleses o estadounidenses, en los muñecos europeos no existe el mestizaje. "En el tema racial, casi todas las figuras de Playmobil son blancas", puntualizaba el artículo, y añadía: "Sus diseños, modelos y filosofías, ofrecen una fotografía de las aspiraciones europeas, de sus ansiedades y de sus debilidades".

Las recientes elecciones en Estados Unidos, la noticia de que en unas cuantas semanas el presidente del país más poderoso del mundo será un hombre de raza negra, ha sido, entre otras cosas, un triunfo indiscutible de la integración racial que articula aquel país; a pesar de sus detractores, y de esa multitud de estadounidenses que siguen creyendo en la supremacíadel hombre blanco, la mayoría de aquel país ha demostrado que el color de la piel ha dejado de ser un obstáculo y que la gran mezcla que da cuerpo al "país de las oportunidades", al american dream, funciona perfectamente.

Todo esto es por supuesto discutible, Barack Obama es mucho más que un hombre de raza negra, es un político que sabe infundir confianza y un orador superdotado; pero no puede perderse de vista que la moraleja de su historia personal pasa por la reivindicación de las minorías, como ya lo anunciaba su famoso y mediático "yes we can".

El ejemplo de Obama no sólo da esperanza a los negros en Estados Unidos, también a los integrantes de otras minorías como los latinos; lo que acaba de suceder abre el camino para que en unos años el presidente de aquel país pueda ser un hombre de ascendencia mexicana.

Pero la influencia de Obama, como ha quedado claro durante su campaña, trasciende las fronteras de su país y puede extenderse a las minorías indígenas de los países latinoamericanos que, con alguna ruidosa excepción, siguen viviendo al margen de la sociedad, sistemáticamente olvidados por sus gobiernos.

Este mismo efecto colateral también tendrá que repercutir en las minorías de inmigrantes que empiezan a repoblar Europa, por ejemplo en los inmigrantes latinoamericanos que viven en España; esto tendría que empezarse a notar a nivel personal, con el reconocimiento respetuoso del otro, del que viene de ultramar y habla castellano con otro acento y tiene otro color de piel: después de la proeza de Obama ya no parece decente definir con el término sudaca a cualquier persona que hable en castellano y no haya nacido en España.

El éxito de Barack Obama en Europa tiene algo de paradójico, los ciudadanos europeos hemos caído rendidos ante el carisma arrollador del presidente electo pero, ¿cómo caería en Francia, o en Alemania, o aquí mismo en España, un candidato a la presidencia negro?, o, para ajustar el ejemplo a nuestra creciente minoría: ¿cómo caería un candidato ecuatoriano o boliviano?

El efecto colateral de Obama es que ha dado visibilidad a las minorías, les ha dado esperanza y, a los ojos del otro, las ha dotado de cierta potencialidad; no sería pertinente comparar aquí el melting pot que define a los Estados Unidos, su mestizaje feroz, con nuestra incipiente diversidad; más bien se trata de asumir que eso que pasa allá, pasará inevitablemente aquí.

Pensando en el programa de Jon Snow, y en los demás telediarios que emite la televisión inglesa, no está de más ir haciendo la siguiente observación, concediendo que la creciente minoría latinoamericana en España habla también en castellano: ¿cuántos presentadores de informativos de televisión en España no son españoles? La respuesta salta, literalmente, a la vista: ninguno, todos son españoles y también lo son quienes co-presentan el programa y los que hacen otras secciones como los deportes o el clima.

Un telediario como el de Jon Snow sería hoy impensable en España, un plató de televisión donde un nativo compartiera el micrófono, todas las noches, con un peruano y una uruguaya parece todavía un delirio; sin embargo el momento llegará, por ese efecto colateral que ha desamarrado Obama, que en realidad no es más que la evidencia de que el mundo se encuentra en un proceso de mestizaje irreversible y de que a los hombres todavía, de vez cuando, nos asiste la razón.

Jordi Soler es escritor.



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Hay 40 millones de personas sin alimentos más que en 2007

INFORME DE LA FAO

El hambre afecta a 40 millones de personas más que en 2007

Existen más de 900 millones de desnutridos en el mundo, la mayoría en India, China, Congo, Bangladesh, Indonesia, Pakistán y Etiopía


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domingo, diciembre 07, 2008

La Universidad de Bologna y la educación para el comercio

En el corazón de la protesta


La Universidad está agitada. Bolonia, una inofensiva declaración destinada a homologar las titulaciones en la UE, ha desatado los temores de los alumnos a que la Universidad acabe enseñando sólo lo que necesitan las empresas. Las protestas se han extendido ya por cinco grandes centros


Nos ha costado años que tú estés aquí esta noche".

Pablo Pérez, de 20 años y aspecto aniñado, recibe con esta frase al periodista. Participa con otros 30 estudiantes en un encierro en el edificio del rectorado de la Universidad de Sevilla. Acaba de terminar una reunión con representantes de todas las facultades sevillanas. Es hora de cenar en un aula de la Facultad de Historia. Mientras unos comen de los tupperware, otros ven La vida de Brian arremolinados ante un ordenador portátil. Más tarde llegarán los trabajos, las reuniones, la preparación de las "acciones", los carteles, los debates con profesores... lo que toque.

Porque Pablo y sus compañeros pertenecen a ese grupo de alumnos que, para sorpresa de muchos, ha logrado, con pocos medios y mucha perseverancia, levantar a miles de compañeros contra algo tan poco dado a efusiones (a primera vista) como el denominado Proceso de Bolonia. Una protesta que ha inflamado a cinco universidades clave (Autónoma de Barcelona, Barcelona, Complutense, Valencia y Sevilla) y que ha puesto en jaque a las autoridades universitarias y al propio Gobierno. ¿Cómo es posible que una pacífica reforma europea suscrita en 1999 por 29 países en Bolonia (hoy son 46), con la intención de modernizar e internacionalizar la enseñanza superior, se haya convertido, nueve años más tarde, en un catalizador de encierros, manifestaciones, pancartas, pintadas, e incluso algunas coacciones o incidentes violentos que salpican los campus?

Aunque entre la gran masa de universitarios, muchos reconocen estar poco enterados, estos grupos sí han conseguido que el plan Bolonia esté hoy mal visto en los campus españoles. Pero además, con una gran capacidad para conectarse entre sí, este movimiento asambleario ya ha dado el salto a los centros de secundaria, donde informan a los alumnos y les invitan a crear sus propias asambleas. Y todo ello, en un momento en el que ya no hay margen político para dar marcha atrás.

Enfrente tienen a unos responsables universitarios que no han acertado a despejar los fantasmas de la privatización, del mercantilismo y de otros males que se le achacan a la reforma. Los alumnos temen que las empresas acaben interfiriendo en qué y cómo se enseña en la universidad, que las carreras de letras desaparezcan por no ser rentables para el mercado, que haya menos becas y el máster sea la verdadera llave para obtener un buen trabajo cuando es más caro que el Grado, el título de cuatro años que sustituirá a las diplomaturas y licenciaturas actuales.

Lo que se está librando en los campus españoles es una desigual batalla de jóvenes que se comunican en trazos gruesos a través del correo electrónico, Tuenti y otras redes sociales, frente a unos administradores de la reforma que aún confían en el valor de una seca nota explicativa en el tablón de anuncios para difundir los cambios. En el campo de la comunicación, las instituciones están perdiendo por goleada. Y ésa es la causa de que los rectores de las universidades más afectadas hayan pedido ayuda al Gobierno. Pero ¿quiénes son esos alumnos que están poniendo contra las cuerdas a los dirigentes universitarios? Para algunos sólo son una panda de energúmenos descerebrados. Otros, con actitud paternalista, les ven cariñosamente como jóvenes inconformistas que protestan, que es lo que toca a su edad, aunque no comprendan muy bien de qué se quejan. Borja Pérez, alumno al que dejamos en el encierro de la Universidad de Sevilla, saca sobresalientes en la carrera de Geografía y lleva estudiándose los papeles de la reforma desde que llegó hace tres años al campus. Olga Arnaiz tiene 24 y un par de títulos ya a sus espaldas (la licenciatura de Filología Inglesa y un máster en Español como segunda lengua), y otros dos doctorados en camino, uno en la Complutense y otro en la Autónoma de Madrid. Hija de periodista, está en el grupo de comunicación de las asambleas complutenses. Para Laura Flores (19 años), en 2º de Derecho en la Universidad de Sevilla, o Inés Cámara (18 años), en 1º de Bellas Artes en la Complutense, el entusiasmo de exprimir al máximo su vida universitaria parece haberse canalizado a través de la lucha antibolonia.

"Unos lo compaginamos con las clases como podemos, y otros directamente se han olvidado de las clases para dedicarse a esto", dice Mario Souto, estudiante madrileño de Físicas (está entre 3º y 4º) de 22 años. Es cierto que "esto", es decir, el movimiento estudiantil antibolonia, consume una gran cantidad de las horas de los universitarios que forman los grupos, mueven las asambleas de estudiantes, preparan los textos para las mesas informativas, asisten a las reuniones de coordinación con otras facultades, preparan debates y votan las acciones concretas, ésas a las que se unen muchos más alumnos. Esos que le dedican muchas horas pueden ser unos 40 ó 50 en cada facultad. Dicho esto con las prevenciones que hay que tomar cuando se habla de un movimiento asambleario, tan heterogéneo en sus componentes como lo es hoy la Universidad española, que acoge a jóvenes de todas las capas de la sociedad; y tan abierto que para participar sólo hace falta aparecer en una reunión y levantar la mano.

Así, los tópicos, como que los alumnos que se movilizan son poco trabajadores, se desvanecen. Lo reconocen sus propios profesores. Muchos de ellos están perplejos con que sus chicos se hayan metido en las protestas. También está presente en el discurso que se oye en algunas universidades la esencia del mayo del 68, del que en realidad hablan un poco de oídas y con inexactitudes, como advierten algunos docentes. Eso sí, casi todos son de carreras de letras y ellos argumentan por qué. "Es normal porque Bolonia ataca más directamente a las humanidades", argumenta Javi Ruiz, uno de los asamblearios de la Universidad de Valencia. Tiene 19 años y estudia 3º de Filosofía. "Desde el momento en que esta reforma habla de que deben primar criterios de rentabilidad, las carreras de letras están más amenazadas porque es más difícil que las empresas vean rentabilidad en estas titulaciones", añade Javi. Dice además que el movimiento estudiantil se ha despertado por Bolonia cuando se han empezado a ver los nuevos planes. "El mayo del 68 sale inevitablemente a relucir, pero somos conscientes de que esto no es lo mismo, está centrado en la educación. Aunque al fondo de todo lata la pregunta de qué vamos a poner por delante: el mercado o la sociedad".

En Valencia, los alumnos se han encerrado en siete facultades del campus de la avenida Blasco Ibáñez. En Geografía e Historia, Filosofía, Educación, Filología, Psicología, Medicina y Educación Física. También están presentes en los otros dos campus, Burjassot y Tarongers. ¿Cómo se toman siete facultades? Virginia Ballesteros es otra de las asamblearias de esta universidad. Tiene 20 años y está en 3º de Filosofía. "El verano pasado estudiamos la estrategia de encierros que habían empezado el curso anterior en Madrid. Queríamos hacer algo porque no estábamos de acuerdo con nuestro plan de estudios". El relato de varios de sus profesores, que prefieren no ser mencionados, complementa y confirma cómo empezó todo. "Fue en Filosofía. Consiguieron convocar a más de 1.000 alumnos para escuchar al rector, Francisco Tomás, que había accedido a dialogar con ellos. Lograron llenar tres aulas y activaron el movimiento, los demás empezaron a oír hablar de Bolonia en ese momento". Luego decidieron presentarse a las elecciones al claustro para obtener representantes y lo han conseguido, lo que prolongará su presencia y su voz en la universidad más allá de esta revuelta, de los encierros, cuando se acaben. Lo mismo han hecho en los comicios de cada Junta de Facultad. Lo que están haciendo los asamblearios de las otras universidades.

Virginia explica que los estudiantes se comunican a través del correo electrónico, unaweb y un foro en Internet. Los representantes electos de la universidad les han facilitado además el email de todos los estudiantes. Los alumnos demandan ante todo una mayor inversión en la educación superior y no se explican "cómo se pretende poner en marcha esta reforma a coste cero y con las universidades endeudadas como están". Echan la culpa al Gobierno y a las comunidades autónomas. Los encierros son los principales lugares de encuentro y trabajo. En el del rectorado de la Universidad de Sevilla, el joven Pablo Pérez cuenta cómo han ido aprendiendo desde hace tres años, cuando él entró en la universidad y se topó con la reforma. Después de estudiarla y decidir que no les gustaba, se pusieron en marcha, a informar, a hacer las primeras concentraciones. Tras aquellos titubeantes comienzos en Sevilla, y también en Barcelona, un punto de inflexión fue precisamente "el encierro a la japonesa", es decir, de trabajo, a principios de 2008 en la Facultad de Filosofía de la Complutense, asegura Carlos Velasco (licenciado en Derecho y ahora estudiante de Antropología en la Universidad de Sevilla): "Allí son muy buenos estrategas", dice.

Estrategas, eso es. El movimiento funciona de la siguiente manera: en cada facultad, asambleas abiertas de alumnos crean distintos grupos de trabajo y comisiones: de comunicación, de financiación (se hacen fiestas, por ejemplo, para sacar dinero para pintura y carteles), de estudio de documentos y redacción de textos... Todo ese trabajo se canaliza en los grupos de coordinación entre las asambleas. En Sevilla, hoy toca asamblea urgente en un aula -al día siguiente se aprueban los títulos de grado de Geografía, Historia e Historia del Arte y se han enterado de chiripa, aseguran-. Cualquiera que haya estado en una asamblea sabe que hay gente con más personalidad, más labia o quizá con más encanto que suele llevar la voz cantante. Hoy, el encuentro ha comenzado con un esfuerzo para marcar los puntos del día y establecer un tiempo para debatir y votar cada uno de ellos. Por supuesto, el tiempo no se cumple y la discusión sobre cómo protestar por la aprobación de los grados al día siguiente se reduce finalmente a tres opciones que escriben en la pizarra:

1. Que los representantes de alumnos entren a la junta, lean un comunicado impugnando la reunión por no haber sido avisados en tiempo y forma, mientras otros alumnos, los que puedan reunir, armen jaleo fuera de la sala;

2. Hacer una cadena humana para impedir que los miembros de la junta entren en la sala;

3. Entrar todos en la sala para armar jaleo e impedir la junta.

Algunos quieren impedirla en cualquier caso mientras los más moderados temen algún tipo de incidente que vuelva a servir para "criminalizarles". Al final, con bastantes abstenciones, gana la opción número uno, pero en cualquier caso, al día siguiente se produce un forcejeo entre los miembros de seguridad y los alumnos cuando salen los profesores de la Junta de Facultad. También reciben insultos y les lanzan bolas de papel.

"Estas acciones, si no violentas, sí agresivas, son incompatibles con el espíritu universitario. Creo que tienen mecanismos de participación para hacer llegar su voz y su opinión", dice el vicerrector de Ordenación Académica de la Universidad de Sevilla, Juan José Iglesias, que está convencido de que el decano de Historia había avisado correctamente a los estudiantes. "Cada vez que se produce un cambio en la estructura de los estudios hay una contestación", añade Iglesias, pero cree que la reforma comporta ventajas académicas y sociales.

El rector de la Complutense, Carlos Berzosa, dice que los estudiantes "tienen todo el derecho a expresarse, discutir y pedir información, pero con sosiego; lo que no se puede tolerar es que no se respeten a las personas o a los bienes públicos, o que se interrumpa el normal funcionamiento de la universidad". A pesar de esta advertencia, su postura, como la de todos los rectores, es conciliadora: "Invitamos a los estudiantes a que participen en la elaboración de los planes de estudios, contamos con ellos para llevar a cabo una enseñanza de calidad".

El color de las pintadas contra Bolonia es lo único que da la idea de que algo está pasando en la Universidad Autónoma de Barcelona. Las pintadas están por todas partes. En los puentes, el suelo, las paredes, las escaleras... En la Autónoma se respira un aire tranquilo, de total normalidad. Sin embargo, en ella se encuentra uno de los principales focos antibolonia. El campus es como una pequeña ciudad. Está en mitad del campo, tiene aire moderno, a pesar de que se construyó hace ya varias décadas, es un espacio enorme que acoge a 40.000 estudiantes. Los campus en los que han calado más las revueltas tienen el denominador común de ser de los más grandes del país.

"Ahora mismo hay ya cinco facultades ocupadas: Letras, Comunicación, Psicología, Educación y Políticas, hay encierros y no se da clase, aunque en Políticas, parcialmente". Hace el recuento uno de los asamblearios de Letras, Sergi Caravaca. Los estudiantes impiden de diversas maneras que se celebren las clases, con tambores, cortando el paso al profesor... Pero en ninguna se respira un ambiente tan combativo como en Letras, facultad en la que hay unos 4.000 alumnos repartidos en sus ocho carreras. Unos profesores viven la situación, que lleva meses enconada, con tensión. Otros dicen que les entienden. El principal motivo de debate estos días en sus asambleas es la situación de los 27 alumnos que siguen expedientados y que pueden ser expulsados entre uno y 11 años de esta universidad, por hechos ocurridos el 29 y 30 de mayo pasados. Las versiones de los alumnos y del rectorado de lo que sucedió para que se les expedientara por desorden público y daños materiales coinciden en lo general, pero no en los matices.

Los alumnos consideran que reivindicaron con pancartas y silbatos su derecho a asistir a la Junta Permanente y que no se les permitió, como resume Gemma Amorós, una de las expedientadas. Tiene 21 años, ha terminado la diplomatura de Educación Social y estudia Antropología, una carrera de segundo ciclo. Describe los actos como normales, no cree que fueran violentos. La cuestión es que entre 150 y 200 alumnos acabaron subiendo al despacho de la decana a pedirle explicaciones, según explica esta alumna. A la entrada del decanato hay una doble puerta que estaba cerrada y cedió, según Gemma. El rectorado dice que la rompieron. Visto desde dentro, algunos docentes declaran que pasaron miedo y que lo han sentido en otras ocasiones.

Gemma no lo ve como una coacción y asegura que no era su intención. Acabaron pidiendo explicaciones en el rectorado, donde les impidieron la entrada varios guardias de seguridad. Uno de ellos, que acabó desmayado y con contusiones, ha presentado una demanda contra los alumnos. El rector, Lluís Ferrer, ha accedido a que la universidad se retire como acusación, pero está en su mano el difícil papel de resolver los expedientes. Algunos rectores de los centros en los que ha habido problemas están afectados. El resto se ha solidarizado con ellos a través de un comunicado enviado con la Conferencia de Rectores.

En las universidades hay variedad de opiniones de alumnos, profesores, personal.... Unos ven estas revueltas como "cosas de jóvenes", otros creen que hay que tomar medidas. Lluís Ferrer dice que nadie puede desear un modelo de universidad "en el que se permita que grupos de alumnos interrumpan las clases con la promoción de la calidad de los estudios y de la innovación". "Hay que escoger una cosa o la otra y tiene que haber unas reglas mínimas en las que no entran las agresiones físicas ni materiales", añade el rector. "Al final, me temo que todo esto va a perjudicar a la universidad pública y va a beneficiar a la privada".

Sergi Caravaca dice que piden la retirada de los expedientes. Cuando empieza a explicarlo se inicia una asamblea en el vestíbulo de la facultad, donde están acampados los estudiantes con todos sus enseres, cacerolas incluidas. Entonces prefiere seguir más cómodamente en el aula que han habilitado como sala de prensa. Ésta es una de las cuatro peticiones de los estudiantes de la Autónoma. La segunda es un "referéndum vinculante" en el que toda la comunidad universitaria vote si se paraliza el proceso de Bolonia. Ya se les ha permitido un referéndum en todos los centros catalanes, pero no vinculante. "Queremos además el aumento de la inversión pública para poner en marcha el proceso de Bolonia". Sergi enseña con orgullo los murales, muy trabajados, que han hecho dentro de la facultad sus compañeros. Muchos de los estudiantes les apoyan pero ya hay una gran cantidad que pide que la vida académica vuelva a la normalidad. "Si quieren que siga el encierro, estamos de acuerdo, pero queremos que vuelva a haber clase, es también nuestro derecho, hemos pagado los créditos y nos preguntamos qué vamos a hacer entonces con los exámenes cuando llegue febrero". Corean estas opiniones Guillem, Celia, Óscar y María. Tienen entre 23 y 24 años. Reconocen que no están bien informados y piden que las instituciones hagan algo para explicarles las cosas con más exactitud. Todos ellos trabajan. De dependientes, dando clases de inglés, poniendo copas en un bar o de ayudante de cocina en un restaurante. La heterogeneidad del alumnado está haciendo que unos pidan comprensión a otros.

Muchos alumnos de los que no están participando en las asambleas, aunque se manifiestan en contra de Bolonia, tienen ideas confusas sobre lo que implica. Afirman cosas como que "va a desaparecer la carrera de Historia del Arte", medida que negó el Gobierno hace dos años, o que las becas van a desaparecer y sólo va a haber préstamos-renta, un dinero que se ofrece para cursar un máster y que el alumno debe devolver cuando ya esté trabajando. Las universidades y el Gobierno lo han negado reiteradamente. Pero los estudiantes consideran que este sistema les "hipoteca para toda la vida"; lo que, acompañado del miedo a que éstas sustituyan a las becas clásicas a fondo perdido, ha logrado enganchar a muchos alumnos en el movimiento. Eso, y por supuesto la temida financiación privada -muchos se quejan de la proliferación, ya, de cátedras patrocinadas por empresas- y la consecuente eliminación, tarde o temprano, de las carreras que no sean rentables para el mercado (sobre todo, las de humanidades).

Cerca, a unos 15 kilómetros, está la ciudad. En pleno centro, otros estudiantes han tomado el rectorado de la Universidad de Barcelona y tres facultades. Dentro del vestíbulo hay una veintena de alumnos y en la puerta, otros dos miembros de la asamblea. Es la una de la tarde y echan una partida de ajedrez rodeados de pancartas contra Bolonia. Son Javier Guillén, de 27 años, y Bernat Gispert, de 20. Ha ganado Javier. Los dos estudian 1º de Filosofía. Es la segunda carrera de Javier, licenciado en Filología Hispánica. La imagen de estos chicos es muy distinta entre sí, como la de muchos estudiantes de las asambleas. Hay de todo. Unos llevan rastas, otros pañuelos palestinos, pero también hay muchos con una imagen clásica, camisa de rayas y jersey de pico. En la Universidad de Barcelona no han parado las clases, explican estos alumnos. "No sería coherente, si lo que defendemos es una mayor calidad de la enseñanza". Creen que la salida al conflicto pasa porque se informe bien sobre el proceso de Bolonia y sobre lo que de verdad implica. Echan la culpa al Gobierno y a las universidades, y dicen que habrá que buscar soluciones problema por problema: "Qué pasa con las becas, con el precio de los másteres, con la mercantilización que implica Bolonia...".

Todos le están dedicando muchas horas. ¿Por qué tanto esfuerzo y tanta entrega? Para empezar, parece que hay una especie de cabreo democrático, porque no sienten ni que les hayan explicado la reforma ni que les hayan consultado (tampoco se sienten muchas veces representados por los alumnos que están en los órganos de la universidad, aseguran).

Laura Flores, la alumna de Derecho de 19 años, se pasa buena parte del encierro en el edificio del rectorado de la Universidad de Sevilla en una sala distinta a la de sus compañeros, estudiando. Hija de abogado, Laura llegó el año pasado a la facultad con ganas de formarse más allá de las clases, buscando "un espacio de crítica, de debate, pero no existía", dice. Así se encontró de bruces en una asamblea estudiantil con el tema de Bolonia. "Queremos que nos escuchen. En Derecho, nos enseñan qué es la democracia, el Estado de Derecho y ves que no funciona en realidad". Ahora está completamente implicada en las movilizaciones: "Tenemos exigencias de máximos , pero también de mínimos, siendo realistas, como que no haya precios excesivos en las matrículas. Pero aunque no consigamos nada, ya hemos ganado, porque la gente se está cuestionando las cosas y cuando salen de la universidad ven que las cosas tampoco funcionan". Es decir, se acercaron al tema con enfado y con recelo, pensando que se lo estaban ocultando por alguna oscura razón.

Tienen una cierta noción de lo público, quizá absolutamente pura, que choca con esa realidad. "¿TVE es una televisión pública? ¿Realmente cumple su función como servicio público, teniendo que competir por la audiencia, por la publicidad?", se pregunta Nicolás Cardozo, almeriense de 20 años que estudia en Madrid 3º de Comunicación Audiovisual, cuando habla de que la mercantilización se puede dar aunque la titularidad de la universidad siga siendo pública. "Reivindicamos una serie de servicios públicos, una sociedad más justa, mejor estructurada", dice Verónica Caballero, alumna de 21 años de 4º de Medicina, encerrada la semana pasada en la Complutense. Admite que su carrera apenas cambia con la reforma, pero en el caso de Madrid, dice, se ven afectados en una doble vertiente, en la universidad y en la "privatización" de la sanidad (en Madrid se están acercando a otros movimientos a favor de la sanidad). "Las bondades del sector privado, eso que se dice de que funciona mejor, son una falacia. La financiación pública sí puede funcionar, y mejor que la financiación privada", afirma, a su lado, María Herranz, de 21 años, y también en 4º de Medicina.

También tienen un fuerte sentimiento de pertenencia a la universidad, donde se pasan de la mañana a la noche. "La Universidad no le pertenece ni a los rectores ni a los ministros. La universidad somos los estudiantes, los profesores y el resto del personal". Y ahí volvemos al principio, al hecho de que siente que no se ha contado con ellos, a esa especie de déficit de participación democrática -"ves pasar la vida por delante de ti, pero no participas", dice Carlos Velasco-, a esa precariedad laboral a la que se ven abocados, sobre todo muchos licenciados en humanidades.

El futuro de este movimiento es difícil de predecir. Hay profesores que creen que los encierros son difíciles de mantener durante largo tiempo. Y estudiantes de a pie que no quieren bajo ningún concepto que los antibolonia paren las clases. El Gobierno se ha comprometido a hacer un esfuerzo para aclarar lo que es cierto que puede pasar y lo que no. Sin embargo, la maquinaria organizativa de este movimiento sigue en marcha. De momento, ya han conseguido centralizar la información de asambleas de toda España a través de una única página web. Y, aunque los asamblearios no sean mayoría, prometen seguir en su empeño.

Bolonia, en pocas palabras

En 1999 se firmó la Declaración de Bolonia para poner en marcha la idea de una universidad europea homologable, en la que alumnos y profesores puedan moverse entre los países del viejo continente sin trabas (o con las menos posibles) para estudiar y para trabajar. Se trata de un compromiso firmado por los responsables educativos de los gobiernos; no es una directiva de la UE, de obligado cumplimiento. Pero, a pesar de las distintas velocidades de cambio, los detalles o universidades que se bajan del tren, como las grandes écoles francesas, los acuerdos se han hecho realidad.

El primero, para hacer homologables los títulos en todos los países, es el esquema común basado en el modelo anglosajón, dividido en grados de tres o cuatro años (en España, el Gobierno aprobó que durarán todos cuatro y sustituirán a licenciaturas y diplomaturas), másteres de especialización de uno o dos años y doctorados. Las otras claves son la renovación de los planes de estudio. En los nuevos créditos cuentan tanto la asistencia a clase como el trabajo en casa y las prácticas. Lo importante será el trabajo del alumno dentro y fuera del aula; el profesor debe guiarle y hacer un trabajo personalizado. También se pretende mejorar las salidas laborales de los titulados con los nuevos currículos. En España, todas las carreras deben estar adaptadas al esquema europeo en el curso 2010-2011. Este año se puede estudiar un centenar de grados en 33 campus españoles, 16 de ellos, públicos. -

Alumnos frente a rectores y Gobierno

Los alumnos contrarios a Bolonia sostienen que la reforma implica la mercantilización de la Universidad pública al recibir financiación privada, que van a eliminarse tarde o temprano las carreras que no sean rentables para el mercado (sobre todo, las de humanidades), que se va a controlar la asistencia a clase y que el cambio hará subir las tasas. Y afirman que las becas-préstamo (que hay que devolver) sustituirán a las becas de toda la vida. También temen que los nuevos grados sean generalistas para hacer titulados precarios y la especialización llegue con el máster, con matrícula más cara. Piden la paralización del proceso y que se abra un amplio debate sobre una reforma que, aseguran, nadie les ha consultado.

Los rectores y el Gobierno apoyan la discusión. Han reconocido que es necesario buscar más financiación privada, pero aparte de que esto no tiene nada que ver con Bolonia, aseguran que la inversión pública no se verá afectada, ni tampoco su independencia. En cuanto a las becas-préstamo, de momento son sólo para los másteres, y el Gobierno asegura que las becas de toda la vida seguirán aumentando. El máster es ahora más caro que el grado, pero son las comunidades quienes fijan su precio dentro de una horquilla que marca el ministerio. Algunos rectores están dispuestos a revisarlo. Estos dos últimos puntos tampoco tienen que ver con Bolonia. La nueva estructura de las carreras, sí. Aseguran que mejorará las salidas laborales, que no se eliminarán carreras y que la Universidad seguirá siendo accesible para todos. -



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